Tres
meses inolvidables… tres meses de desconexión de todo aquello de lo que hay que
desconectar de vez en cuando, para poder volver a conectar con todo aquello tan
necesario como el respirar, conectar con uno mismo y con la vida en estado puro.
Son
tantos los lugares, pueblos, aldeas y rinconcitos
maravillosos que hemos visitado que ahora en retrospectiva incluso me cuesta
decidir por dónde empezar, así que, sin prisa alguna, comenzare como se suele
hacer, por el principio…
Negombo,
primera parada en Sri Lanka, casi obligada porque era el pueblito de costa más
cercano al aeropuerto de Colombo, capital actual de Sri Lanka, por la que
decidimos no pasar; del mismo modo que durante todo el viaje hemos decidido
evitar todas las grandes ciudades posibles, en busca de tranquilidad, autenticidad y de todo
esas cositas sencillas que la vida moderna y desenfrenada nos hace olvidar y
pasar por alto en el día a día.
Como siempre me encantado decir, necesitaba recrearme en mirar
a mi alrededor y darme cuenta de todas las cosas por las que merece la pena
detenerse y simplemente sonreír... Por
supuesto que no hace falta ni siquiera salir de casa para hacer esto, pero
aprovechando estos tres meses de viaje de placer, intenté arrastrar a mi vida
este tipo de costumbres simples tan fáciles de olvidar.
Aprendiendo de cada personaje que se nos ha cruzado por el
camino, y agradeciendo la hospitalidad y
amabilidad que en todo momento nos brindó la gente de Sri Lanka, empapándonos de su cultura, historia y porqués
de todo.
Un país el cual tan solo hace 5 años se encontraba en una
encarnizada guerra civil, en el cual obviamente hemos conocido chicos de nuestra edad, que sin elegirlo
crecieron con un fusil entre sus manos defendiendo “su patria” de sus propios
ciudadanos, desde 1983 hasta 2009, norte contra sur…
Es complejo entender el porqué de una guerra, de hecho, sigo
sin comprenderlo, pero al menos humanitaria, y sociológicamente me ha hecho
reflexionar acerca de ellos y su cultura, y sobre todo a cerca de esa sonrisa
que no borran de sus humildes y agradecidas caras; de esa alegría intrínseca y
sus ganas de vivir y vivir en PAZ.
Por muy empática que intente ser, creo que no podría
imaginar mi vida si, el universo hubiese querido que en vez de haber nacido en
España, hubiese sido cingalesa, eso querría decir que, desde un añito más tarde
de que yo naciese, hasta mis 26 años hubiese vivido como me contaban mis
abuelos, en una fea guerra civil; y entonces, mis problemas y preocupaciones
vitales, no tendrían que ver con mis “problemas y preocupaciones ” actuales, los cuales, desde esta perspectiva no
podrían siquiera llamárseles problemas.
Por si fuese poco vivir una guerra civil, este país en plena
guerra se vio azotado y parcialmente devastado por el tsunami de 2004, creando
aun más caos, miseria, hambruna y epidemias varias.
Hoy en día, es un país que poco a poco va levantando cabeza,
en el que comienza un auge turístico, algo muy positivo pensando en la economía en alza de este país,
y algo negativo, ya que si no respetan su propio paraíso natural, pronto las
desérticas y paradisiacas playas y parajes naturales de este país, llegarán a
ser lo más parecido a Torremolinos o Benidorm
pero con las palmeras naturales que los gigantes resorts turísticos a pie de
playa comienzan a tapar.
De todos modos, hoy por hoy no deja de ser un paraiso natural con playas tan salvajes como espectaculares donde como no, poder disfrutar de sol y del Surf.
...Continuará...