Vista desde la cama en la habitación de la backwater
…Y llegamos a India. Esta vez todo me pareció de otro color, llegamos a Kerala, y para ser exacta, todo me pareció de muchos colores. Un mundo de luz, colores tropicales y pescadores que nada tenían que ver con la impresión oscura que recordaba de India del norte.
El predominante verde del paisaje se mezclaba con los vestidos coloridos de todas ellas. Los bosques macizos de palmeras cocoteras se extendían a kilómetros sin ningún edificio que los supere en altura, (excepto Amma´s Ashram, que es un supuesto ashram de 16 plantas de altura en medio de este paraje natural que nada tiene que ver con lo que le rodea… puro marketing meditacional occidental, un “Marina D’or ciudad de meditación para occidentales” una pena, pero al fin y al cabo, eso vende).
Una
puesta de sol con las palmeras a contra luz reflejándose en aquel lago a modo
de espejo hacía un juego visual casi idílico; de estas imágenes de postal que
siempre te parece haber visto en cualquier revista de viajes…
Sistema de pesca tradional en Kerala
Digo “casi
idílico” porque al fin y al cabo, India es India, y nada llega a ser 100% idílico,
siempre hay algo que abismalmente te devuelve a la realidad Hindú.
Norte y Sur de India parecen dos países totalmente
diversos, tanto paisajísticamente, como cultural, como en el carácter de la
gente, así como en volumen y masificación de la población; mucho más abundante
al norte.
Casita flotante
Conociendo
solo India del norte, no podía imaginar como iba a ponerme en bikini en una playa
Hindú, al llegar aquí lo vi muy fácil, el bussines es el bussines y los
turistas hacen lo que le da la real gana.
Tampoco
hay tantas vacas por la calle, aunque también las hay, ni todo el mundo te
saluda con el tan repetido “Namaste” como sucede siempre más al norte. Por lo
visto, Hindúes del norte e hindúes del sur, ni siquiera hablan el mismo idioma,
por lo que es fácil verlos comunicándose en inglés, ya que esta, también es la
segunda lengua en India.
Por lo
demás, el sur tiene lugares auténticos donde poder relajarse y desconectar de
verdad, cosa que es bastante más complicado si viajas al norte.
Una de
nuestras primeras paradas de relax fue en Allapey, en Kerala, donde decidimos
alquilar una casa flotante en las backwaters, la que aparece en las fotos justo aquí arriba; donde nos embarcamos mi chico, el
conductor, un cocinero y yo, un barco solo
para nosotros; una de estas cosas que solo en India te puedes permitir, …al
menos yo… :D
Una
auténtica pasada despertar, abrir la ventana y desde la cama ir tocando el agua
del rio en el que se reflejaban las palmeras, salir a cubierta y simplemente contemplar
la puesta de sol desde la terraza de la
casita flotante.
Despertando en el barquito
Un
viaje “casi idílico”, una puesta magnífica, un amanecer espectacular…y una
noche digamos que simpática; ya que mientras nosotros cenamos, nuestros amigos
el cocinero y el conductor, los cuales no hablaban nada de inglés, en cuestión
de media hora se habían pillado una borrachera monumental, a saber que pudieron
beber, porque nos sirvieron la comida, y en lo que llegamos a terminar, eran
dos personas diferentes que en vez de hablar balbuceaban palabrejas en Hindi.
Pescando en las backwaters
A pesar de que no entendíamos nada de lo que nos decían, allí estaban ellos
hablándonos en Hindú borracho sin parar; pues sí, esta fue la sobremesa de una “idílica”
cena sobre nuestra casita flotante a la luz de la luna llena; …al final no hubo
más remedio que mandarlos a dormir la mona como dos padres que acuestan a sus
hijos quinceañeros borrachos. Así es
India. :D
Desde la habitación de la casita flotante
Al día
siguiente, aunque ellos andaban algo resacosos, todo fluyó con normalidad, con unos
palos, algo de hilo y un poco de pan estuvimos pescando, e incluso nos dejaron
conducir por un rato la casita flotante! Seguramente, esta ha sido la primera y
última vez que me vea frente a un timón de un barco. Una de estas cosas que
solo vas a hacer en India.
Nuestro amigo el cocinero borracho