viernes, 13 de noviembre de 2009

Mi sueño...

Ayer soñé con dos pajaritos… uno blanco y otro negro, los recogí de la calle y sentí que debía cuidar de ellos porque se encontraban débiles; y así lo hice. Los llevaba en brazos como si fuesen mis nenitos, les daba de comer y les construí una casita sin tejado para que pudiesen ver el cielo. Cuando, con cuidado, fui a soltarlos en el suelo de la casita que con mucho cariño les había construido, echaron a volar. Yo solo pude mirar hacia el cielo y ver cómo volaban llenos de vida hasta perderse entre las nubes y el intenso azul del cielo. Contemplé esa bella imagen sin saber si sentirme triste o no. En realidad me sentí un poco triste, porque yo ya me había encariñado de ellos, pero a la vez, era tan bonita la imagen que contemplaba que fue un sentimiento triste pero placentero, un sentimiento lleno de vida, luz y color.

Lo sentí como algo ya vivido que me transportó unos veinte años atrás o quizás más, en una mañana de playa en Isla Cristina; aunque en aquella ocasión no conseguí entender nada y la imagen final no fuese tan bella y reveladora como la de mi sueño. Aquel día cogí un cangrejo y lo metí en media botella de plástico, luego le puse nombre y decidí que sería mi mascota. Como me dio penita que estuviese metido en una botella mientras todo el mundo disfrutaba de la playa y el mar, decidí hacerle una gran piscina en la arena, en lo que gasté casi toda mi mañana. Hice un agujero tan grande que ya podría haber sido para mí aquella piscina, luego la intenté llenar, corriendo con mi cubo del mar al hoyo y del hoyo al mar, una y otra vez, imagina… Hasta que al final, con todo el trabajo del mundo, conseguí que quedaran dos dedos de agua y, antes de que arena lo absorbiera de nuevo, cogí a mi cangrejo y lo solté en su nueva piscina. Nunca pensé que lo único que pudiese hacer el cangrejo en su nueva piscina fuese esconderse en la arena para ya no volver a salir. Yo esperé, pero así fue, ya no volvió ni para decir adiós. Creo que ahí me sentí triste de verdad; realmente no podía entender como me hacía eso mi nueva mascota.

Pero hoy al despertar y recordar mi sueño, me he sentido muy feliz, he tenido una sensación como de haber aprendido algo en este sueño, algo muy básico sobre mí, algo que me ha hecho conectar con mi niña interior, para hacerle entender la básica esencia del ser , el básico porqué de la libertad y el básico precio de esta.

Entender que quién tiene alas debe usarlas para volar, quien tiene aletas para nadar y quien piernas tiene debe CAMINAR

Aunque aquellos pájaros volaron, como vuelan tantas cosas lindas que pasan por mi vida, se que si hubiesen sido de verdad, me agradecerían haberles hecho una casita sin tejado para que pudiesen volar, del mismo modo que aquel cangrejo agradecería aquella piscina en la arena del mar, aunque en aquel momento, aquella niña no entendiese lo realmente maravilloso que acababa de hacer por aquel pobre cangrejo: darle LIBERTAD.

Hoy he aprendido lo bonito y triste que a veces puede ser la libertad, pero que sea como sea, siempre hay que sentirse afortunado de ser libre, y que los demás también lo sean, de poder ELEGIR, y dejar que elijan, sabiendo que cada camino en que te embarcas trae consigo mil cosas nuevas y mil viejas que dejar atrás. Se que esos pajarillos que han revoloteado por mi cabeza, podrán volver a hacerlo si así debe de ser, y de no ser así, se que no me olvidan, ni yo a ellos.

Y hoy también se, que TODOS DEBERÍAMOS TENER CASAS SIN TEJADO PARA PODER VOLAR. Sí, así debería ser.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Hoy es domingo

Hoy es domingo, llueve, pero me gusta, a veces pienso que debería de llover todos los domingos de invierno, pero solo los domingos…

Me despierto, tengo sed, corro descalza a la cocina, bebo y corro de nuevo a la habitación; abro la ventana que queda justo al lado de mi cama para dejar entrar el frio y así sentir más el calor de las mantas, mientras, escucho el sonido de lluvia y siento el olor de la humedad del día, se que quizás ya no volveré a dormirme, pero me gusta seguir metida en la cama, sin prisas por salir, ni por comer, ni por hacer nada en concreto, el domingo es mío…